5.4.12

LA JOVEN PARCA de PAUL VALERY (fragmento)

¿Quién sino el viento simple solloza en esta hora
sola con diamantes extremos?...¿Mas quién llora
tan cerca de mí con mis propias lágrimas?

Esta mano, que sueña acariciar mi rostro,
abandonada dócil a un designio profundo,
de mi flaqueza espera la lágrima que vierta,
y que mis destinos, lentamente apartado,
el más puro en silencio alumbre un pecho herido.
La ola me murmura la sombra de un reproche,
o remueve del fondo de gargantas de roca
como una vana cosa que bebe amargamente,
con cerrazón de pecho un rumor de quejumbre...

¿Qué haces tú, erizada, y qué tú, mano gélida,
y qué estremecimiento de hoja huída persiste
entre vosotras, islas de mi desnudo seno?
Yo cintilo, ligada a los cielos ignotos...
Brilla racimo inmenso a mi sed de desastres.

Potentes forasteros, inevitables astros,
que hacéis lucir, sobre lo temporal lejano
yo no sé qué de puro y sobrenatural
vosotros que fundís en lágrimas de hombre
esos brillos soberbios, las invencibles armas,
los lancetazos signos de vuestra eternidad;
ante vosotros, trémula, sola, del lecho huída,
sobre el escollo que muerde la maravilla,
a mi pecho interrogo, ¿qué dolor lo desvela?
¿qué crimen por mí misma sobre mí consumado?
...¿O si me sigue el mal de algún sueño recluso,
cuando --en el soplo vuela el oro de la lámpara--
con mis espesos brazos en torno de mis sienes,
esperé largamente del alma los destellos?

¡Toda!...Mas toda mía, de esta mi carne, dueña,
pasmado a un calosfrío su lasitud extraña,
desde mis blancos lazos, suspendida a mi sangre,
mirábame mirábame, sinuosa y doraba
de mirada en mirada, mis bosques más profundos.

Seguí tras la serpiente después de ser mordida.

Paul Valèry

(Traducción de Mariano Brull, editado por Cuadernos marginales, Barcelona 1973)