Comentario formal de un fragmento de Sostiene Pereira
“Pereira se dirigió a su mesa y se sentó frente a su compañero. Silva le
preguntó si quería un vaso de vino blanco y él negó con un gesto de la
cabeza. Llamó al camarero y pidió una limonada. El vino no me sienta
bien, explicó, me lo ha dicho el cardiólogo. Silva pidió una trucha con
almendras y Pereira un filete de carne a la Strongonoff, luego, al cabo
de un rato, Pereira preguntó a Silva qué pensaba de todo esto. ¿Qué es
todo esto?, preguntó Silva. Pues todo esto, dijo Pereira, lo que está
sucediendo en Europa. Oh, no te preocupes, replicó Silva, aquí no
estamos en Europa, estamos en Portugal. Pereira sostiene que insistió:
Sí añadió, pero tú lees los periódicos y escuchas la radio, sabes bien
lo que está pasando en Alemania y en Italia, son unos fanáticos, quieren
ahogar el mundo a sangre y fuego. No te preocupes, respondió Silva,
están lejos. De acuerdo, continuó Pereira, pero España no está tan
lejos, está a dos pasos, y tú ya sabes lo que está pasando en España, es
una carnicería, y sin embargo había un gobierno constitucional, todo
por culpa de un general mojigato. España también está lejos, dijo Silva,
aquí estamos en Portugal. Será así, dijo Pereira, pero aquí tampoco van
bien las cosas, la policía campa por sus respetos, mata a la gente, hay
registros, censuras, éste es un estado autoritario, la gente no cuenta
para nada, la opinión pública no cuenta para nada. Silva le miró y dejó
el tenedor. Escúchame con atención Pereira, dijo Silva, ¿tú crees aún en
la opinión pública?, pues bien, la opinión pública es un truco que han
inventado los anglosajones, los ingleses y los americanos, son ellos los
que están llenando de mierda, perdona la expresión, con esa idea de la
opinión pública, nosotros no hemos tenido nunca su sistema político, no
tenemos sus tradiciones, no sabemos qué son los trade unions, nosotros
somos gente del Sur, Pereira, y obedecemos a quien grita más, a quien
manda. Nosotros no somos gente del Sur, objetó Pereira, tenemos sangre
celta. Pero vivimos en el Sur, dijo Silva, el clima no favorece nuestras
ideas políticas, laissez faire, laissez passer, es así como estamos
hechos, y además escucha te voy a decir una cosa, yo enseño literatura y
de literatura entiendo bastante, estoy haciendo una edición crítica de
nuestros trovadores, las canciones de amigo, no sé si te acuerdas de
cuando la universidad, pues bien, los jóvenes partían para la guerra y
las mujeres se quedaban en casa llorando, y los trovadores recogían sus
lamentos, mandaba el rey, ¿comprendes?, mandaba el jefe, y nosotros
siempre hemos tenido necesidad de un jefe, todavía hoy necesitamos un
jefe. Pero yo soy un periodista, replicó Pereira. ¿Y que?, dijo Silva.
Que tengo que ser libre, dijo Pereira, e informar a la gente de manera
correcta. No consigo ver el nexo, dijo Silva, tú no escribes artículos
de política, te encargas de la página cultural. Pereira dejó a su vez el
tenedor y colocó los codos sobre la mesa. Eres tú quien tiene que
escucharme con atención, replicó, imagínate que mañana muere Marinetti,
sabes a quién me refiero, ¿no? Vagamente, dijo Silva. Pues bien, dijo
Pereira, Marinetti es una alimaña, empezó cantando a la guerra, ha hecho
apología de las carnicerías, es un terrorista, ha festejado la marcha
sobre Roma, Marinetti es una alimaña y es necesario que yo lo diga. Vete
a Inglaterra, dijo Silva, allá podrás decirlo cuantas veces quieras,
tendrás un montón de lectores. Pereira se terminó el último bocado de su
filete. Me voy a la cama, dijo, Inglaterra está demasiado lejos. ¿No
tomas postre?, dijo Silva, a mí me apetece un trozo de tarta. Los dulces
me sientan mal, dijo Pereira, me lo ha dicho el cardiólogo, y además
estoy cansado del viaje, gracias por haber ido a recogerme a la
estación, buenas noches y hasta mañana.”