26.1.11

Paul Éluard

Nosotros dos teniéndonos de las manos
y en cualquier lado nos creemos en nuestro hogar
bajo el árbol tierno bajo el cielo negro
bajo todos los techos cerca del fuego
en la calle vacía a pleno sol
en los vagos ojos de la multitud
al lado de los cuerdos y de los locos
mezclados con los niños y con los grandes
somos nosotros mismos la evidencia
los que se aman se creen siempre en nuestro hogar.



He cerrado los ojos para no ver nada
He cerrado los ojos para no llorar
Por no verte.
Dónde estan tus manos las manos de la caricia
Donde estan tus ojos la voluntad del día
Tú perdido todo ya no estás aquí
Para iluminar la memoria de las noches.
Yo perdido todo solo me veo vivir.



Viaje del silencio
Desde mis manos a tus ojos
Y entre tus cabellos
Donde unas doncellas de mimbre
Se adosan al sol
Mueven los labios
Y dejan a la sombra de cuatro hojas
Alcanzar su cálido corazón de sueño.



Nuestros ojos intercambian su luz
Su luz y el silencio
Hasta no reconocerse
Hasta sobrevivir a la ausencia.



Bocas ávidas de los colores
Y de los besos que las dibujan
Llama hoja agua sensible
Un ala las mantiene en su palma
Una risa les derriba.



Se inclina sobre mí
Corazón ignorante
Para ver si la amo
Confía olvida
Bajo las nubes de sus párpados
Su cabeza se duerme en mis manos
Donde estamos
Juntos inseparables
Vivientes vivos
Vivientes viviendo
Y mi cabeza rueda en sus sueños.

20.1.11

César Vallejo

LOS HERALDOS NEGROS

Hay golpes en la vida, tan fuertes... ¡Yo no sé!
Golpes como del odio de Dios; como si ante ellos,
la resaca de todo lo sufrido
se empozara en el alma... ¡Yo no sé!

Son pocos; pero son... Abren zanjas obscuras
en el rostro más fiero y en el lomo más fuerte.
Serán talvez los potros de bárbaros atilas;
o los heraldos negros que nos manda la Muerte.

Son las caídas hondas de los Cristos del alma,
de alguna fe adorable que el Destino blasfema.
Esos golpes sangrientos son las crepitaciones
de algún pan que en la puerta del horno se nos quema.

Y el hombre... Pobre... ¡pobre! Vuelve los ojos, como
cuando por sobre el hombro nos llama una palmada;
vuelve los ojos locos, y todo lo vivido
se empoza, como un charco de culpa, en la mirada.

Hay golpes en la vida, tan fuertes... ¡Yo no sé!

10.1.11

Generaciones de niños lloran a María Elena Walsh

Falleció María Elena Walsh, poetisa argentina de prolífico calado en el imaginario argentino. Autora de decenas de canciones que con inocentes letras, llenas de elegante humor, acompañaron el crecimiento de niños a lo largo de década.

La poetisa había nacido el 1 de febrero de 1930, y ya desde adolescente asomaba como una saliente pluma. En 1948 publicó por primera vez en la histórica revista “Sur”, y compiló su novel obra en “Otoño imperdonable”. Impulsada por el español Juan Ramón Jiménez, viajó con él a Estados Unidos. Luego volvió a su país, vivió en Francia, y regresó a la Argentina para en los 50’ ingresar definitivamente en los pergaminos de la literatura latinoamericana como una artista que supo comunicarse con los niños y encantarlos con su música y poesía.

“Manuelita”, “El país de nomeacuerdo”, “El reino del revés”, son clásicos de la literatura infantil que en forma de libro, canción, u obra de teatro constituyen un pilar de la cultura argentina contemporánea. Entre su obra se cuentan 40 libros infantiles y más de 20 discos.

Pero Walsh no sólo se destacó por su cancionero infantil, sino que también será siempre recordada por la composición “La Cigarra”, contundente metáfora de la Argentina de los 70. “Tantas veces me mataron, tantas veces me morí, sin embargo estoy aquí, resucitando. Gracias doy a la desgracia y a la mano con puñal porque me mató tan mal, y seguí cantando”, escribía aquella vez en palabras que quedaron grabadas para siempre en el corazón sudamericano.

En “Serenata para la tierra de uno”, Walsh también habla a las entrañas de los argentinos: “Porque me duele si me quedo, pero me muero si me voy, por todo y a pesar de todo, mi amor, yo quiero vivir en vos”.

En febrero de 2010 había sido distinguida en España con la Medalla de Oro al Mérito en las Bellas Artes, por el Consejo de Ministros. Otros reconocimientos la acompañaron en sus últimos años, pero quizá el mayor de ellos sea el que generaciones de argentinos hayan crecido con sus disparatadas palabras y madurado con su sutil ironía.

Los argentinos y seguidores de su obra podrán reabrir estén donde estén la puerta de la nostalgia para viajar a Pehuajo con Manuelita, y buscar a la naranja que se pasea y la reina batata en el reino del revés, donde un año dura un mes.

Fuente: cope.es