"Durante mucho tiempo dudé en escribir un libro sobre la mujer. El tema
es irritante, sobre todo para las mujeres; pero no es nuevo. La
discusión sobre el feminismo ha hecho correr bastante tinta; actualmente
está punto menos que cerrada: no hablemos más de ello. Sin embargo,
todavía se habla. Y no parece que las voluminosas estupideces vertidas
en el curso de este último siglo hayan aclarado mucho el problema. Por
otra parte, ¿es que existe un problema? ¿En qué consiste?(…)Todo el
mundo está de acuerdo en reconocer que en la especie humana hay hembras;
constituyen hoy, como antaño, la mitad, aproximadamente, de la
Humanidad; y {15}, sin embargo, se nos dice que «la feminidad está en
peligro»; se nos exhorta: «Sed mujeres, seguid siendo mujeres,
convertíos en mujeres.» Así, pues, todo ser humano hembra no es
necesariamente una mujer; tiene que participar de esa realidad
misteriosa y amenazada que es la feminidad. Esta feminidad ¿la secretan
los ovarios? ¿O está fijada en el fondo de un cielo platónico?.(…) Pero
el conceptualismo ha perdido terreno: las ciencias biológicas y sociales
ya no creen en la existencia de entidades inmutablemente fijas que
definirían caracteres determinados, tales como los de la mujer, el judío
o el negro; consideran el carácter como una reacción secundaria ante
una situación. Si ya no hay hoy feminidad, es que no la ha habido nunca.
¿Significa esto que la palabra «mujer» carece de todo contenido? Es lo
que afirman enérgicamente los partidarios de la filosofía de las luces,
del racionalismo, del nominalismo: las mujeres serían solamente entre
los seres humanos aquellos a los que arbitrariamente se designa con la
palabra «mujer». (…)