"Desde la ventana de su cuarto en el segundo piso Oliveira veía el patio con la
fuente, el chorrito de agua, la rayuela del 8, los tres árboles que
daban sombra al cantero de malvones y césped, y la altísima tapia que le
ocultaba las casas de la calle. El 8 jugaba casi toda la tarde a la
rayuela, era imbatible, el 4 y la 19 hubieran querido arrebatarle el
Cielo pero era inútil, el pie del 8 era un arma de precisión, un tiro
por cuadro, el tejo se situaba siempre en la posición más favorable, era
extraordinario. Por la noche la rayuela tenía como una débil
fosforescencia y a Oliveira le gustaba mirarla desde la ventana. En su
cama, cediendo a los efectos de un centímetro cúbico de hipnosal, el 8
se estaría durmiendo como las cigüeñas, parado mentalmente en una sola
pierna, impulsando el tejo con golpes secos e infalibles, a la conquista
de un cielo que parecía desencantarlo apenas ganado. «Sos de un
romanticismo inaguantable», se pensaba Oliveira, cebando mate."
Julio Cortázar
(Ixelles, Bruselas, 26 de agosto de 1914 - París, 12 de febrero de 1984)