8.6.10

Gloria Amaya González

-1928/2010-
Gloria Amaya González nació el 4 de abril de 1928 en Navajas, localidad del municipio matancero de Pedro Betancourt, donde falleciera el viernes 8 de enero de 2010. De su único matrimonio, con Liberato Sigler Conde, nacieron cinco hijos, cuatro varones, Juan Francisco, Guido, Miguel y Ariel, y una sola hembra, María Victoria. En una entrevista concedida al periodista independiente Roberto Santana, en junio de 2005, la señora Amaya contó que la buena educación recibida de sus padres se la trasmitió a sus hijos. En la Cuba de antes de 1959, las familias de menos recursos con orgullo proclamaban “pobres, pero honrados”.
Gloria no dejaba salir a la calle a sus hijos, les decía: “Ustedes en su casa, no tienen que molestar a nadie. Los vecinos siempre hablaban muy de ellos, porque eran niños educados”. Cuando su esposo enfermó y murió de tuberculosis, el 25 de abril de 1994, Gloria tuvo que hacerse cargo de su hogar y de sus hijos.
Para poder pagar los 13.30 de alquiler mensual, se puso a lavar y planchar para la calle. ”Me levantaba a las 3 a.m. y a las 6 de la tarde todavía estaba en pie, lavando y planchando y atendiendo a mis hijos”. A veces no le alcanzaba ni para comprar carbón para cocinar y entonces tenía que hacerlo con cáscaras de caña o tusas de maíz. Durante un tiempo, trabajó en el campo recogiendo papas, con un jefe que no dejaba llevarse ni una papa.
“Fui pobre, muy pobre, pero a nadie nunca le pedí un plato de comida ni un trapito de ropa. Si podía, un día le compraba una camisita a uno, a otro un par de tenis, pero nunca le pedí nada a nadie”. La pobreza de la familia Sigler Amaya no impidió que los cinco hermanos terminaran sus estudios y se graduaran. Juan Francisco se hizo licenciado en economía; Guido, técnico medio, también en economía; Miguel, técnico en construcción civil; Ariel, licenciado en cultura física, y María Victoria, enfermera.
Gloria nunca simpatizó con el sistema instaurado por Fidel Castro y a sus hijos desde pequeños inculcó ideas democráticas. Por su actitud contestataria, fue marginada de toda participación social, negándosele empleos y ayudas estatales para el sostén económico de su familia. Pero ella no claudicó, y con más fuerza aún, se enfrentó a un régimen que pretendía rendirla por hambre y necesidades.
En 1980, por defender a los Marielitos -”escorias” como los llamaban los castristas- fue amenazada de muerte y con desterrarla de su país, por el simple hecho de oponerse a las golpizas que les daban a las personas que decidían irse de Cuba. A partir de ese momento, esta familia se mantuvo haciendo oposición de forma clandestina y por cuenta propia. En la década de los 90 fue cuando comenzaron a relacionarse con opositores de otras provincias que tenían sus mismos ideales.
El 16 de noviembre de 1996, junto con sus hijos, Gloria Amaya fundó una organización de derechos humanos a la que llamaron Movimiento Independiente Opción Alternativa, cuyo objetivo central era practicar la desobediencia cívica no violenta. La Seguridad del Estado trató de destruirla, empleando todo clase de métodos, desde persuasivos, divisionistas, y difamatorios hasta amenazas de muerte, chantajes, golpizas, actos de repudio, arrestos y encarcelamientos.
Gloria Amaya tuvo que sufrir en su casa, sede de Opción Alternativa, más de 20 actos de repudio violentos. Uno de los más graves ocurrió mientras hacían un ayuno por la libertad incondicional de sus hijos Ariel y Guido, en ese momento detenidos. Su domicilio fue invadido por ”brigadas de respuesta rápida”, bandas fascistas organizadas y dirigidas por la Seguridad del Estado y el Partido Comunista locales. Armados con palos, barras de acero, cables eléctricos y piedras, atacaron la vivienda y arrasaron con todo lo que encontraron a su paso.
A Gloria la lanzaron contra el piso y arremetieron a patadas contra ella, le fracturaron una vértebra de la columna, que la dejó inválida. Su hijo Juan Francisco sufrió una herida en la cabeza que requirió de varios puntos de sutura, a Miguel le fracturaron tres costillas, mientras que sus nietos y demás miembros de esta organización fueron salvajemente golpeados. Posteriormente fueron arrestados y conducidos a la sede provincial de la Seguridad del Estado.
El 18 de marzo de 2003, en presencia de Gloria, fueron arrestados tres de sus hijos, Ariel, Miguel y Guido. Miguel fue arrastrado por los cabellos a lo largo de más de 40 metros, lo golpearon, le echaron gases lacrimógenos en los ojos, y se lo llevaron esposado. Al ver tanta brutalidad, Gloria sufrió un pre-infarto y perdió el conocimiento, tuvo que ser trasladada de urgencia al hospital de Jovellanos.
Mientras, su hogar continuó siendo saqueado por agentes de la Seguridad del Estado. “Rompieron todo lo que encontraron: la bandera cubana, un retrato de Martí y los carteles, en uno de ellos estaban las fotos de los niños que murieron en el remolcador 13 de Marzo”, recordó Gloria en la entrevista a Santana. Además, le confiscaron libros, medicamentos y equipos sanitarios con los cuales ella y su familia gratuitamente prestaban servicio a la población.
Tres de sus hijos fueron castigados con altas condenas de privación de libertad en diferentes provincias. Después de haber cumplido 2 años de prisión, Miguel fue excarcelado en 2005 y pudo salir de Cuba con su familia y viajar como refugiado político a los Estados Unidos, donde actualmente reside. Ariel y Guido continúan en prisión, cumpliendo una sanción de 25 y 20 años respectivamente. Su otro hijo, Juan Franciso, fue expulsado de su trabajo y vive bajo constantes amenazas de la policía política.

A pesar de su avanzada edad y su delicado estado de salud, desde su sillón de ruedas, continuó siendo una mujer muy activa, convirtiéndose en un ejemplo para toda la oposición interna cubana. Mientras sus piernas y su salud se lo permitieron, salió con las Damas de Blanco por las calles de La Habana, para pedir la libertad de sus dos hijos y de todos los presos políticos.
Gloria Amaya González vivió y murió orgullosa por haber ofrecido para el bien de Cuba, a cinco hijos, ocho nietos y siete bisnietos.