10.8.10

JESSICA DROPPELMANN

Puerto Montt, 1979. Integrante de la Agrupación de Escritores "Quercipinión" de la capital de la X Región de Los Lagos. Sus textos poéticos figuran en exposiciones gráficas como el Primer Parnaso de Poesía de la Escuela de Ciencias de la UACH, Valdivia y en el libro Quercipinión, Ediciones Trilce, Concepción, 2000. Actualmente estudia Pedagogía en Lenguaje y Comunicación en la UACH, Valdivia.



Me cansé de escribir vientres colgados en cada
semáforo.
De ser ilegal y santa, como toda campana,
y no me perdonan aunque suelte mis senos a
los perros,
y no secan mi boca, ni rastrillan las raíces que
crecen en cada bostezo.
Me cansé de callar lesbianidad, docilidad,
prostitución,
o de follar en luna llena para no herir a la
oscuridad.
Me cansé de llorar cada vez que me suelto el
alma
y feroz desgarro cualquier tela, en cualquier
cuerpo.
Y aunque nadie me arrancará las caderas tan
fuerte
como la asquerosa cama impropia,
no pienso rezar para endurecer mis piernas.
Seguiré cansada, tal vez, sólo de ser mujer y
llevar una boca fina,
fácil de quitar, de pintar y de falsear en
cualquier noche,
cuando caigo en mi misma y no creo en las
posibilidades,
y odio cada beso como a mi propio reflejo
de niñita.

A la tierra

Me queda el sentimiento de ceniza
los bosques que no arrullaron a las fértiles
una posibilidad guardada en la yema de los
dedos y sus contornos.

La canción que no aprendía a agudizar en el
beso
espiado por la garganta y por un susurro de
abejas.

Las manos que no aprendieron a ser bochorno
y se quedaron en la orilla, ancladas como apego
de gata.

Tú siempre serás más princesa que yo
aunque trate de acarrear tus rezos o sobrevivir
del estado fecundo.

Caeré aturdida de la voz y no serás diferente
caeré arreglándome entre las cenizas
oliéndote el rastro y fingido esclavitud sobre
las huellas de cadenas.

Los carceleros siempre serán parte de las
mismas pesadillas.