29.11.10

LÊDO IVO - Poemas


LAS NECESIDADES

Una puerta cerrada no es suficiente para que un hombre
esconda su amor. También necesita una puerta abierta
para poder partir y perderse entre la multitud cuando ese amor estalle
como un barril de pólvora en el arsenal alcanzado por el rayo.
No basta un techo para que un hombre se proteja
del calor y de la tempestad. Para huir del relámpago,
cuando la lluvia cae en el silencio del mundo
abierto como una fruta entre dos estruendos,
él necesita un cuerpo tendido sobre la cama,
un cuerpo al alcance de su mano
todavía temerosa de avanzar en la oscuridad.
En la noche que declina, en el día que nace,
el hombre necesita de todo: del amor y del rayo.



MI PATRIA

Mi patria no es la lengua portuguesa.
Ninguna lengua es una patria.
Mi patria es la tierra tierna y untuosa donde nací
y el viento que sopla en Maceió.
Son los cangrejos que corren en el lodo de los manglares
y el océano cuyas olas continúan mojando mis pies cuando sueño.
Mi patria son los murciélagos colgados de la techumbre de las iglesias carcomidas,
los locos que danzan al atardecer en el hospicio junto al mar,
y el cielo encorvado por las constelaciones.
Mi patria son las bocinas de los navíos
y el faro en lo alto de la colina.
Mi patria es la mano del mendigo en la mañana radiante.
Son los astilleros podridos
y los cementerios marinos donde mis ancestros tuberculosos y palúdicos no paran de toser y temblar en las noches frías
y la fragancia del azúcar en los almacenes portuarios
y las tencas que se debaten en las redes de los pescadores
y las ristras de cebolla enroscadas en la tiniebla
y la lluvia que cae sobre los corrales de peces.
La lengua de que me valgo no es ni nunca ha sido mi patria.
Ninguna lengua engañosa es una patria.
Tan sólo sirve para que celebre mi gran y pobre patria muda,
mi patria disentérica y desdentada, sin gramática y sin diccionario,
mi patria sin lengua y sin palabras.