
Lo que muchos no saben es que la figura de Miguel Hernández fue imprescindible para la publicación del Cossío, obra taurina por excelencia. Su relación con José María nació en 1935, y se cimentó en el amor de ambos por la literatura y por la tauromaquia. Tanto, que a partir de ese año Miguel comenzó a trabajar como secretario de Cossío, quien se encargó de buscarle trabajo en la editorial Espasa Calpe. El poeta oriolano se encargaba de buscar información de toreros, toros, plazas y corridas, para elaborar posteriormente la biografía de los toreros ‘habidos y por haber', según sus propias palabras.
Un trabajo que Miguel Hernández compaginó con su gran pasión, la poesía. Especialmente significante es El rayo que no cesa, donde el poeta sitúa la tragedia humana de la existencia en el hombre enamorado, fusionando la muerte y la vida. Aquí el toro sirve para unir ambos conceptos donde, como apunta el crítico Pablo Corbalán, "al recurrir al toro como símbolo, Miguel Hernández reconoce en él una concentración de características, debilidades y valores que lo convierten en ser representativo de todo cuanto él siente, desea y soporta".
Las referencias taurinas en la literatura de Miguel Hernández no están limitadas exclusivamente en la poesía, sino también en el teatro. Como ejemplo, El torero más valiente, una obra inédita hasta 1986 inspirada en la muerte de Ignacio Sánchez Mejía y dedicada a José Bergamín, que también es un personaje dentro del libro.
La relación del genial poeta con Cossío trascendió lo puramente personal. Tanto que en 1940 José María logró que la dictadura franquista le conmutaran la pena de muerte por la de treinta años de cárcel. Fue en el reformatorio de Adultos de Alicante donde padeció bronquitis, tifus y tuberculosis. El 28 de marzo de 1942, fallecía con tan sólo 31 años.
En una época en la que el toreo es atacado por diferentes vertientes y en un año donde la Fiesta ha sido prohibida en Cataluña, conviene rescatar la poesía de Miguel Hernández como un ejemplo de los valores de la tauromaquia y de la libertad.
Como el toro he nacido para el luto
Como el toro he nacido para el luto y el dolor,
como el toro estoy marcado
por un hierro infernal en el costado
y por varón en la ingle con un fruto.
Como el toro lo encuentra diminuto
todo mi corazón desmesurado,
y del rostro del beso enamorado,
como el toro a tu amor se lo disputo.
Como el toro me crezco en el castigo,
la lengua en corazón tengo bañada
y llevo al cuello un vendaval sonoro.
Como el toro te sigo y te persigo,
y dejas mi deseo en una espada,
como el toro burlado, como el toro.
Miguel Hernández