2.7.11

EL VIEJO Y EL MAR, Ernest Hemingway

Fragmentos

"Era un viejo que pescaba solo en un bote en el Gulf Stream y hacía ochenta y cuatro días que no cogía un pez. En los primeros cuarenta días había tenido consigo un muchacho. Pero después de cuarenta días sin haber pescado los padres del muchacho le habían dicho que el viejo estaba definitiva y rematadamente salao, lo cual era la peor forma de la mala suerte, y por orden de sus padres el muchacho había salido en otro bote que cogió tres buenos peces la primera semana...
El viejo era flaco y desgarbado, con arrugas profundas en la parte posterior del cuello...
¿Qué tal ha dormido, viejo? – preguntó el muchacho...
- Muy bien Manolín –dijo el viejo. Hoy me siento confiado...
-Buena suerte, viejo.
-Buena suerte – dijo el viejo...
...y cada uno se dirigió hacia aquella parte del océano donde esperaba encontrar peces.
...Pero hoy hace ochenta y cinco días y tengo que aprovechar el tiempo.
Justamente, entonces, mientras vigilaba los sedales, vio que una de las varillas verdes se sumergía vivamente...
A esta distancia de la costa, en este mes, debe ser enorme, pensó el viejo.
...acaso suba al venir la luna. Si no hace eso, puede que suba a la salida del sol. No tengo calambres y me siento fuerte. Él es quien tiene el anzuelo en la boca..
... una vez el pez dio un tirón que le causó una herida bajo el ojo. La sangre le corrió un poco por la mejilla..
...Justamente entonces el pez dio una súbita sacudida; el viejo fue a dar contra la proa y hubiera caído por la borda si no se hubiera aferrado y soltado un poco de sedal.
...Palpó cuidadosamente el sedal con la mano derecha y notó que su mano sangraba...
Sentía la firme tensión del sedal y su mano izquierda tenía calambre.
Es un pez fuerte y de calidad, pensó. Tuve suerte de engancharlo a él, en vez de un dorado...
Es dos pies más grande que le bote- dijo el viejo.
...Ahora, solo y fuera de la vista de tierra, estaba sujeto al más grande pez que había visto jamás,...
Lo despertó la sacudida de su puño derecho contra la cara y el escozor del sedal pasando por su mano derecha....
...Justamente entonces el pez irrumpió en la superficie haciendo un gran desgarrón en el océano y cayendo pesadamente luego...
La velocidad del sedal desollaba sus manos, pero nunca había ignorado que esto sucediera y trató de mantener el roce sobre sus partes callosas y no dejar escapar el sedal...
Luego, el pez, cobró vida, con la muerte en la entraña, y se levantó del agua, mostrando toda su gran longitud y anchura y todo su poder y belleza...
Sujetó el pez a la proa y a la popa y al banco del medio. Era tan grande, que era como amarrar un bote mucho más grande al costado del suyo...Pasó una hora antes de que le acometiera el primer tiburón...
El tiburón se acercó velozmente por la popa y cuando atacó al pez el viejo vio su boca abierta y sus extraños ojos y el tajante chasquido de los dientes al entrarle a la carne justamente sobre la cola... Le pegó con sus manos pulposas y ensangrentadas, empujando el arpón con toda su fuerza... El viejo se dio cuenta de que ya estaba muerto, pero el tiburón no quería aceptarlo...
Pero he matado al tiburón que atacó a mi pez, pensó...
Había navegado durante dos horas;..., tratando de reposar para estar fuerte, cuando vio el primero de los dos tiburones.
...el viejo clavó el cuchillo que había amarrado al remo en la articulación. Lo retiró, lo clavó de nuevo en los amarillos ojos felinos del tiburón.
El siguiente tiburón que apareció venía solo y era un hocico de pala...
Los tiburones se acercaron juntos y cuando vio al más cercano abrir las mandíbulas, y clavarlas en el plateado costado del pez, levantó el palo y lo dejó caer con gran fuerza y violencia sobre la ancha cabezota del tiburón....
Cuando entró al puertecito las luces de la Terraza estaban apagadas y se dio cuenta de que todo el mundo estaba acostado...
...Se paró un momento y miró hacia atrás y al reflejo de la luz de la calle vio la gran cola del pez levantada detrás de la popa del bote. Vio la blanca línea desnuda de un espinazo y la oscura masa de la cabeza con el saliente pico y toda la desnudez entre los extremos.
...Muchos pescadores estaban en torno al bote mirando a lo que traía amarrado al costado, y uno estaba metido en el agua, con los pantalones remangados, midiendo el esqueleto con un tramo de sedal...
¡Ese sí que era un pez!...
El muchacho llevó la lata de café caliente a la choza del viejo y se sentó junto a él hasta que despertó...
Me derrotaron Manolín –dijo -. Me derrotaron de verdad.
No. Él no. El no lo derrotó....

Ernest Miller Hemingway
(Oak Park, 21 de julio de 1899–Ketchum, 2 de julio de 1961)