14.7.10

Pablo de Rokha, Premio Nacional de Literatura 1965

El poeta Pablo de Rokha, que este año obtuvo el Premio Nacional de Literatura, es un escritor que cuenta a su haber creador con cincuenta años de labor literaria y más de treinta libros publicados, todo lo cual le daba de sobra derecho a la máxima recompensa literaria del país.

Pablo de Rokha (que figuraba ya en Selva lírica, la siempre citada antología de 1917) irrumpe de cuerpo entero con una obra de excepción, Los gemidos (1922). Desde este momento el poeta no pasará ya inadvertido. Su aporte no era la quiebra del verso libre (ya hecha por Pedro Prado en 1908 con sus Flores de cardo) ni la expresión de la transformación del mundo por la imagen (iniciada por Huidobro en El espejo de agua, 1916), sino la amalgamación de un desenfadado ímpetu verbal con el acarreo de todos los materiales reputados hasta entonces como antipoéticos. Irrumpen juntos "el barro y las rosas", al decir del novel poeta de aquel entonces Pablo Neruda, en una nota crítica de Claridad, la revista de los estudiantes. Es un caudaloso torrente en el cual un Yo hipertrofiado se revela en una dicción a veces trabajosa, pero que arrastra en un torrente conmovedor los dichos y hechos de nuestra tierra y de sus hombres. Pablo de Rokha tiene la virtud de concitar la más decidida animadversión o la admiración más rendida ("este es un poema que hay que leer de rodillas", dice el poeta Mahfud Massis*, yerno suyo, al referirse al Canto del Macho Anciano). Sus antiapologistas suelen coincidir en un punto: "un poeta cuyos versos buenos son como hallar -y se halla- una aguja en un pajar, demasiado hablante, siempre lanzando peñascos de la misma dimensión".

Sin embargo, si se accede a leer su copiosa obra, se ve una evolución en espiral.

Del anarquismo inicial (expresado en su libro de ensayos Heroísmo sin alegría, 1927) en donde define al comunismo como "cosa de cerdos", deriva a un tono de epopeya popular a través de un personaje rabelesiano: Escritura de Raimundo Contreras -que continúa en parte de su obra actual. Luego siente el impacto del comunismo y se incorpora a la lucha política, lo que se refleja en su obra especialmente a partir de Canto de trinchera (1933), culminando en su último libro Estilo de masas. Por otra parte (y esto es un peligroso clisé donde frecuentemente se quiere encarcelar al poeta), Pablo de Rokha es el cantor de las comidas y bebidas de nuestra tierra, partiendo -como él mismo lo ha dicho- de que se ha bebido y comido a casi todo Chile. Su vida trashumante, de vendedor de sus propios libros, le ha dado un conocimiento minucioso del país, y ha hecho que se transforme -para el vulgo- en una especie de Gargantúa. Pero pensemos que, esencialmente, Pablo de Rokha es un hombre del viejo Chile central, nacido en una época todavía patriarcal, en un país que aún era "rector en América Latina", con una moneda fuerte, con confianza en sí mismo (no existía aún el complejo del subdesarrollo, estimulado por nuestros subdesarrollados economistas). Era un Chile dionisíaco, cuya personalidad está reflejada con real originalidad en de Rokha:

Y, ¿qué me dicen ustedes de un costillar de chancho con ajo, picantísimo, asado en asador de maqui, en junio, a las riberas del peumo o la patagua o el boldo que resumen la atmósfera dramática del atardecer lluvioso de Quirihue o de Cauquenes, / o de la guanaco en caldo de ganso, completamente talquina o licantenino de parentela?,

La chichita bien madura brama en las bodegas como una gran vaca sagrada, / y San Javier de Linares ya estará dorado, como un asado a la parrilla, / en los caminos ensangrentados en abril, la guitarra / del otoño llorará como la mujer viuda de un soldado, / y nosotros nos acordaremos de todo lo que no hicimos o pudimos y debimos y quisimos hacer, como un loco / asomado a la noria vacía de la aldea...

Sí, un gran dionisíaco, pero torturado por la certidumbre de que ese mundo patriarcal es un mundo en ruinas, y de que su camino debe ser otro; que abandona ese mundo, así como abandona el de la iglesia que atrapó su adolescencia ("Primero me agarró, por adentro, la Iglesia Católica, el Seminario, su manotada más pálida y su día domingo en lúgubre..."), de ahí a entonces se incorpora a una interpretación del mundo contemporáneo, trata de abrazar todos los tiempos, todos los países, todos los fenómenos históricos. De esa poesía épica, en tono mayor (tildada de monocorde), nacen a veces grandes descripciones, como aquella de Lenguaje del continente (1943) cuya descripción de los EE.UU. no vacilamos en estimar como de mayor intensidad que la de Howl de Allen Ginsberg, que tanta conmoción causa en muchos círculos poéticos de América Latina. Veamos un trozo:

...He mirado bajar a patadas al capitán negro con sus condecoraciones / de héroe nacional todo de luto desde los / tranvías de ajedrez del Washington infernal y asesinarlo / entre los oros pálidos de P. Street, en Dupont-Cercle, / he mirado los hoteles cósmicos de Miami albergar gangsters / y estrellas de Hollywood, / banqueros, prostitutas, obispos y diplomáticos, echando con / asco al varón de color, / y comer basura en New Orleans a los viejos judíos que / huían de Chicago acosados como estropajos por las jaurías inmundamente / borrachas del Ku-Klux-Klan, abrigándose el estómago con los poemas / de Cari Sandburg con el delirio genital religioso del Sinaí / ardiendo.

Pero este poeta épico da también en ocasiones las más hermosas notas líricas. Recordemos ese tan citado poema "Círculo":

Estás sobre mi vida de piedra y hierro ardiente / como la eternidad encima de los muertos / recuerdo que viniste y has existido siempre / mujer, mi mujer mía, conjunto de mujeres, / toda la especie humana se lamenta en tus huesos.

En fin, el Premio Nacional ha venido a señalar a la atención publica y a dar una suerte de inmortalidad a un poeta que ha recorrido todo Chile con gran amor, y "ganándose la vida a patadas", como él mismo lo ha dicho. Que ha hecho de su poesía tanto su expresión vital como un arma de combate. Que como la mayor parte de los poetas de Chile, ha vivido con máxima modestia. A un poeta que lo ha sido toda una larga y azarosa vida.