10.2.09

El decir poético


Ahora escribimos en presente porque no hay pasado en lo escrito. La obra de Eugenio Montejo, nacido en Caracas (octubre 19, 1938), quien adoptó el seudónimo de Eugenio Montejo para firmar su obra, es una de las mejores de nuestras letras de hoy. Con hondura, con serenidad nos ha venido ofreciendo un significativo conjunto de bellas palabras a través de una creación en donde la parsimonia está siempre presente. Tanto cuando expresa su rico y transparente mundo emocional como cuando realiza la construcción de sus cuerpos poéticos. Así lo podemos ver en su libro Alfabeto del mundo. (Barcelona: Laia, 1987. 139 p.) el cual es una suma de su hacer y una síntesis de su decir poético, ha sido tan celebrado que se han publicado dos ediciones, en España (1987) y en México (1988), la primera constituyó el lanzamiento internacional de Montejo hecho por don Benito Milla (1918-1987), siempre diestro lector y editor de poesía, desde su editorial catalana. Montejo ha olvidado su primer libro. Quizá lo consideró sólo aproximación a que quería expresar. De los restantes eligió para Alfabeto… sus textos más representativos. Pero es tan autocrítico que una de sus composiciones más celebradas por la crítica, su poema “En el bosque” (Terredad. Caracas: Monte Ávila Editores, 1978, p.9), ha desaparecido de esta analecta. En Alfabeto… están sus palabras más certeras y el contenido de sus nuevas creaciones. Con ambos conjuntos se ha formado este volumen que servirá a cualquier lector para conocer el universo de la creación de Montejo.Quienes han estudiado lo escrito por Montejo han subrayado los caracteres de sereno contemplador que tiene este creador de todo aquello que lo rodea. Su sensibilidad se mueve alrededor de motivos sencillos, especialmente del paisaje de días ya idos de los cuales un buen ejemplo es su poema “Caracas". A partir de ello nos podemos asomar a ese mundillo personalísimo e íntimo a través del cual Montejo nos muestra su visión del contorno. De allí que sus diversos libros se reiteran presencias como las ciudades ya desaparecidas, los periplos, el mar, la mujer amada, los árboles, el tiempo, algunos animales. Con tales motivos ha cincelado una obra compacta, nerviosa, verbalmente limpia (por no decir pura e incluso transparente, palabra esta última que es una de las que mejor le calza), con un ritmo interior que es el de la conciencia, donde la delicadeza, de expresión y de sentimientos, siempre está presente y en la cual nos topamos con una serena emoción. Esto que hemos dicho es evidente en composiciones suyas como “Orfeo", “Los árboles", “Terredad de un pájaro", “Septiembre", “En el bosque", “Arqueologías", “Un samán", “Hombres sin nieve” y “Mural escrito por el viento". A estas podrían añadirse otras como “Algunas palabras", “Pueblo en el polvo", “Caracas", “Creo en la vida", “Canción", con lo cual podríamos formar un conjunto que permitiría a cualquier lector de poesía, comprender las particulares características de la poesía de Montejo que puede ser seguida en Alfabeto… a través de toda su evolución, desde Elegos hasta Trópico absoluto. (Caracas: Monte Ávila Editores, 1982), accediendo a la vez a su nuevo libro Alfabeto…, que llena la parte final del volumen que comentamos, en el cual los caracteres de su hacer se reiteran con la misma belleza y profundidad a las que Montejo nos tiene acostumbrados. Después de Alfabeto… desde Adiós al siglo XX, volumen en donde está el poema “Amantes", se inició la etapa singular del cultivo del poema amoroso, que llena sus últimos libros Partitura de la cigarra y sus Papiros amorosos, del cual existe una segunda edición aumentada (Papiros… Caracas: Fundación Bigott, 2003. 68 p.). Pese a ello es imposible soslayar para cualquier lector de poesía, o para todo hombre que ame a una mujer, la belleza, hondura y singularidad de estos espléndidos poemas amorosos uno de los cuales ha servido para universalizar a Montejo al ser citado el titulado “Milagro puro” (Papiros… ,p.35) en uno de los diálogos de la celebrada película “21 gramos” (2003), dirigida por Alejandro González Iñárritu y escrita por Guillermo Amaga, la cual obtuvo el “Oscar” de la Academia de Ciencias Cinematográficas de Hollywood, lo cual es consagratorio. Su protagonista fue el actor Sean Penn.Si un día de 1984 dijo apasionadamente el historiador Asdrúbal González ante nosotros que Montejo era el más grande poeta de Venezuela desde ahora, ido él, su lugar lo toman el barquisimetano Rafael Cadenas y la valerana Ana Enriqueta Terán.