14.2.10

Fredy Gallardo

Puerto Montt, 1957. Ha publicado: Las esquirlas del polen (1989), El secreto (1991), Navegaciones (1993), Sensaciones (1995), A la velocidad del grito (1997), Sur profundo (2000) y El azul del frío (2004). Actualmente vive en Tierra del Fuego y en la región de Magallanes también es conocido como un destacado trovador. Los poemas aquí presentados pertenecen al libro El azul del frío.

Herederos del frío

2
A la memoria Nelly Iris Penazzo

Amanece
y los carámbanos estallan
como golpes de mar
a la hora del deshielo
Y la ley 3218 sigue archivada
en la biblioteca pública
de la república olvidada.

Como la historia del dueño de la tierra
extraviada al norte del cielo
Como la huelga del 21
oculta en la recámara de un Máuser
Como la dimensión del aislado

Aquí en esta latitud los guanacos
ya no transitan por la misma huella
Los jalones dividen cada día más
la planicie
Y el vuelo del sueño
se quiebra a la vuelta del invierno

Es hora de invocar al espíritu
de la lluvia para enfrentar la obsecuencia
encallada frente al río

Es tiempo de acuñar la memoria
sobre las cenizas

Pero ni la revolución del frío
congela el hambre

Oscurece
y el rocío de la noche
cae sobre el último hombre
que se marchó a contraviento
blasfemando por la llanura del cielo de los cielos.
Amén.


3
A Mónica Alvarado

Una pincelada azul
cruza la llanura deshelando los inviernos

Colgados del último glaciar
destilaron su dolor

Bajo otro cielo el chamán
no divisa el río

El pozo de la memoria se desborda
Los colores se entrelazan tras la ventisca
El plomo estalla en la carne
La historia sigue su curso

Bajo tu pincel
El arco iris
El luto
El mar
Las piedras
Las hojas
Las lágrimas
Los sueños
Los cielos
Los ojos de un tiempo más azul

De la esquina de un crepúsculo
pende el rostro de un Dios oscuro.


El mar no tiene cima

8
Un marinero
del mar de la tierra,
cuando zarpa, no deja vestigios.
Como los piratas del mar del alma.

Ellos siempre han navegado en tinieblas
los fiordos del espanto.

No usan brújula por temor a quedarse atrapados
en la bajamar del olvido.
Pero la última dotación
no ancla en tierra por miedo a represalias.
Ocultarse tras una meretriz
te anclara una temporada en tierra.

Pero anudar el amor
en el puerto no es de tripulantes
de altamar.
Sólo los grumetes de playa
vomitan su vergüenza al amanecer.
Antes de levar el ancla de la esperanza
un marinero no deja indicios de sur
en la nostalgia.


9
Por la angostura de la tarde
pasa un náufrago sobre el agua turbia.
Y una luna de miel de 30 días y 69 noches
se pierde en la boca oscura de un mar engañoso.

Sin luz interior
se aleja un barco sobre la cubierta
de tu vientre.

Una agonía dolorosa
será la sentencia.

Quemar las naves
no es la alternativa justa,
grita un marinero anclado
al borde del alma de una guitarra
en llamas.

Salvar un semitono del corazón
en la hondura lúgubre del sueño
será suficiente pera el vuelo.

El eco divide el silencio.
El viento repite tu nombre.
Mi nombre.

Un grito huye del infierno.
El brillo de tus ojos ilumina
el cielorraso del cielo de la calle.

Mi intemperie.


Al son de las goteras


11
Llueve mas allá del olvido,
del desengaño

En el patio de tu casa
el sol pinta un arco iris.
Mensajes de un tiempo mítico
llegan a estos días.
Y tú no escuchas el rumor del viento
el son de los pájaros sin nido.

Llueve mas allá del olvido,
del desengaño.

Tu fe ahuyentará los fantasmas
de tu interior.
Cuánto tiempo predicarás antes del anochecer.
Tu nombre se murmura en el barrio,
te quieren desaparecer.

Llueve mas allá del olvido,
del desengaño.

De las profundidades de esta soledad
emerge un dios añoso,
trayendo discursos visionarios.
Ahora quién tapará las goteras del alma.

Llueve mas allá del olvido.
Del desengaño.

De la nostalgia.
De la canción.
De la alevosía.
De este dolor.

Llueve.

12
Llegas del infinito
donde se ocultan las estrellas.
Y desde siempre te bañas en el alma
de los poetas.

Eres testigo silencioso
en cuarto menguante.
Sol de noche de navegantes sin destino.
Fulgor de la penumbra.
Grito.
Lágrima.

Madre de las mareas.
Musa del vino.
Diosa cautiva de este cielo.
Fuego.
Lluvia.
Las olas del mar atadas a tu cintura.

Luna.
Luna de agua.
Estás petrificada en los sueños.
Eterna enamorada del corazón
de mi guitarra.
Luna nueva.
Luna de agua.
Tu gravedad de luz me llama.

En el aula magna de un verano


29
A media tarde la inocencia juega
de trigal en trigal
Huye avergonzada por robarle un beso
a la hija de un latifundista.
Se abre paso a través de un bosque de avellanos,
-de tranqueras cerradas por los inviernos
La primavera eleva volantines tricolores.
La esperanza deja atrás los silos abandonados.
Y el sudor infantil viaja río abajo.

El silbido del tío enfilando
las vacas al establo, y alrededor del balde
agrupándose las moscas.

El sol bebiéndose día a día el mar
que no dejo de contemplar.
Y las olas del ayer van y vienen
de las profundidades de la omisión
a estrellarse en el paredón despintado
donde escribías consignas de amor.
Hoy desmoronado por el peso de las almas.

El corazón amarrado a las cuadernas del viento
vuela más allá del espanto.

Regresar por la ruta del vino,
leyendo a Teiller
donde ningún otro a navegado,
hasta varar frente al ojo del faro
que junta mascarones de veleros.
Amuletos de marineros sin dársena.
Anclas en la pleamar de los desvelos.
Huracán al sur de los sueños.